UP
¿No les parece que el exterminio de la UP es un tabú en la sociedad colombiana? Sin duda es un episodio doloroso para el país pero, ¿Ha sido históricamente elaborado en manera suficiente por los colombianos? Las FARC tienen esa cadena de sucesos como un caballito de batalla, y ello hace necesario construir una posición documentada, ecuánime y en perpectiva en Colombia al respecto. ¿Era o no era la UP el brazo político de las FARC? Si en realidad eran el brazo político de las FARC ¿Se justificaba su exterminio? Por supuesto que no, máxime cuando por lo menos algunos de los partidarios de la UP se enfrentaron públicamente a las FARC, como es el caso de Bernardo Jaramillo ¿Se justifica, por ejemplo hoy el exterminio hoy de los brazos políticos de las AUC? Rotundamente no.
Fueron los mismos perdonados paramilitares y narcotraficantes quienes exterminaron a la UP, eso se sabe hoy a partir de sus propias confesiones. Hay que romper la sucesión de reacciones reptil-lógicas inerciales que en espiral han asolado a nuestro país.
Se sabe que las FARC mismas llegaron a hacer "proselitismo armado" en favor de la UP, osea amenazas a la población civil para influir en elecciones, al igual que se ha demostrado que los paramilitares le han echado mano a elecciones regionales, en la famosa parapolítica.
Tanto las FARC como las AUC se han robado los dineros públicos, se han disputado reptil-territorialmente los dineros del narcotráfico, han desplazado a campesinos, han extorsionado las actividades económicas, han confluido en una guerra contra la población civil desarmada.
Toda estas agresiones contra los civiles nos exigen hoy más que nunca una posición clara frente a la violencia, tanta torpeza armada, tanta desmesura e intolerancia, tanto temor por la inteligencia y la capacidad de discernimiento de las personas, tanto miedo al debate democrático.
Los anhelos de paz nos han llevado a reemplazar la plena aplicación de condenas carcelarias por verdad, justicia y reparación. Dentro de la reconstrucción de la verdad hay que decir que en este país ha hecho falta un acompañamiento comprometido, pacífico, ecuánime de la población civil en procesos cruciales. Desde la época del Caguán, por ejemplo, ha hecho falta una mayor presión ciudadana en torno al secuestro. Hoy, por fin, se han levantado voces civiles que buscan desautorizar a las FARC en su discurso deslegitimado por sus propios métodos. Si Piedad comparte parte del discurso político de las FARC ¿Es realmente eso malo? Pues no, lo que se le exige es que condene sus métodos, el secuestro, y todo el prontuario de horrores de la guerrillas. Es al electorado al que le corresponde si elegir en cada oportunidad entre centro, izquierda o derecha.
Hace falta que empecemos a contestar los inmerecidos reconocimientos históricas que por su parte se autoadjudican los paramilitares. Ellos tampoco nos representaron en sus atrocidades y abusos. En la interminable distribución de culpas cabría recriminarle a la sociedad y al estado sus omisiones o parcialidaes. No más miedo para gritar en contra de tanta barbarie, no más justificaciones de crímenes de lesa humanidad, no más reptil-ramplonería-violenta. Elevemos el nivel de las disputas y debates en Colombia.
Fueron los mismos perdonados paramilitares y narcotraficantes quienes exterminaron a la UP, eso se sabe hoy a partir de sus propias confesiones. Hay que romper la sucesión de reacciones reptil-lógicas inerciales que en espiral han asolado a nuestro país.
Se sabe que las FARC mismas llegaron a hacer "proselitismo armado" en favor de la UP, osea amenazas a la población civil para influir en elecciones, al igual que se ha demostrado que los paramilitares le han echado mano a elecciones regionales, en la famosa parapolítica.
Tanto las FARC como las AUC se han robado los dineros públicos, se han disputado reptil-territorialmente los dineros del narcotráfico, han desplazado a campesinos, han extorsionado las actividades económicas, han confluido en una guerra contra la población civil desarmada.
Toda estas agresiones contra los civiles nos exigen hoy más que nunca una posición clara frente a la violencia, tanta torpeza armada, tanta desmesura e intolerancia, tanto temor por la inteligencia y la capacidad de discernimiento de las personas, tanto miedo al debate democrático.
Los anhelos de paz nos han llevado a reemplazar la plena aplicación de condenas carcelarias por verdad, justicia y reparación. Dentro de la reconstrucción de la verdad hay que decir que en este país ha hecho falta un acompañamiento comprometido, pacífico, ecuánime de la población civil en procesos cruciales. Desde la época del Caguán, por ejemplo, ha hecho falta una mayor presión ciudadana en torno al secuestro. Hoy, por fin, se han levantado voces civiles que buscan desautorizar a las FARC en su discurso deslegitimado por sus propios métodos. Si Piedad comparte parte del discurso político de las FARC ¿Es realmente eso malo? Pues no, lo que se le exige es que condene sus métodos, el secuestro, y todo el prontuario de horrores de la guerrillas. Es al electorado al que le corresponde si elegir en cada oportunidad entre centro, izquierda o derecha.
Hace falta que empecemos a contestar los inmerecidos reconocimientos históricas que por su parte se autoadjudican los paramilitares. Ellos tampoco nos representaron en sus atrocidades y abusos. En la interminable distribución de culpas cabría recriminarle a la sociedad y al estado sus omisiones o parcialidaes. No más miedo para gritar en contra de tanta barbarie, no más justificaciones de crímenes de lesa humanidad, no más reptil-ramplonería-violenta. Elevemos el nivel de las disputas y debates en Colombia.
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