¡Cómo me cae de bien Clara Rojas!

Tanto ella como su mamá y la también liberada Consuelo González de Perdomo me han dado una lección de cómo se enfrentan situaciones difíciles con base en fortaleza espiritual.

Las palabras de Clara después de su liberación fueron de una dulzura sobrecogedora y una felicidad patente. A quienes salieron a poner en duda la veracidad de su secuestro sólo tengo para decirles: ¡Carajo respeten! Además de irrespetuosos son contraevidentes. Es como si no hubiesen escuchado todos los testimonios de secuestrados que las nombran tanto a Clara como a Consuelo como sus compañeras de sufrimientos y humillaciones.

Que hubiesen agradecido la gestión de Chávez es lo más natural, pero me encanta que eso no les haya significado impedimento para expresarse en desacuerdo con el susodicho cuando en realidad, y en coherencia con su experiencia de secuestro, no compartieron sus apreciaciones. Eso es ser consecuentes. Qué orgulloso me siento de compartir nacionalidad con estas mujeres.

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