Hedonismo

El sufrimiento se acepta pero no se busca.

Incluso el religioso se disfruta su plegaria, porque admirar, adorar, tener la capacidad de imaginar la perfección, encaminarse hacia ella... todo eso es placentero y da equilibrio.

Sobrecoge el corazón saber que el músico se está disfrutando su interpretación, el estudiante se está disfrutando expandir su mente, el trabajador se está disfrutando exponerse a lo desconocido, el bailador se está disfrutando entonar su siguiente paso.

Los placeres mezquinos son mucho menores en intensidad que los compartidos. Los placeres dilatados, preparados o atemperados pueden alcanzar mayor carácter y profundidad que los casuales, azarosos o improvisados.

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