Intereses superiores de la patria
¿Deben los "intereses superiores de la patria" obstar para la indagación y el total esclarecimiento de la verdad en Colombia? Esa pregunta me quedó rondando después de la "inusual" rueda de prensa que el presidente Uribe dio anoche en el país. Si el bien común está en peligro, hay que salir a prender todas las alarmas. La posición presidencial tiene sentido y fortaleza. Algo así como, "si se tratara de un problema que afectara exclusivamente mi imagen, me quedaría callado, pero hoy estoy aquí para defender sus intereses, compatriotas". Ante la hipótesis, a lo mejor injusta, de un Uribe (Santiago, Álvaro o los dos) responsable de algún delito, ¿no sería el planteamiento del presidente la mejor formulación de una farsa de tamaño nacional? Silencio, chiitoo, que esto nos va a todos... Todo lo que resienta la figura presidencial lo resiente Colombia como un todo. En consecuencia, silencio Colombia, ya saben, a discreción... ¡firmes! Pero un momento, un momento ¿En realidad somos tan presidencialistas para seguir pensando que el presidente de la República, cualquiera que él sea, encarna él solito a toda la institucionalidad del país?
¿Debe la amenaza de la confianza que el país ha recuperado ser el principal argumento en contra de las acusaciones, según el gobierno falsas, de la oposición?
Sólo me interesa por ahora (yo no soy juez de la República) resaltar las implicaciones de los argumentos que escucho.
Si resultara que las actuaciones de la totalidad de la familia Uribe Vélez han sido, tal y como el presidente las ha presentado, de un altruismo, una magnanimidad y una rectitud a toda prueba, las acusaciones que lo han perseguido y muchos hemos reproducido en cuanto sospechas, a lo largo de su carrera, no pasarían de fabulaciones mezquinas originadas en la envidia y en la noción que se tiene de que en la riqueza hay contenida necesariamente alguna culpa.
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A todas estas, y dentro de lo que para el presidente Uribe parece ser una demostración fiel de su talante "frentero" y decidido, se ha llegado a una situación en la que el presidente de la República de Colombia reivindica la imagen del guerrero romántico con fusil al hombro y la oposición, de la cual hacen parte ex-integrantes de una guerrilla, reivindican el discurso democrático. A esta última reivindicación me siento en la obligación de rendirle homenaje.
¿Debe la amenaza de la confianza que el país ha recuperado ser el principal argumento en contra de las acusaciones, según el gobierno falsas, de la oposición?
Sólo me interesa por ahora (yo no soy juez de la República) resaltar las implicaciones de los argumentos que escucho.
Si resultara que las actuaciones de la totalidad de la familia Uribe Vélez han sido, tal y como el presidente las ha presentado, de un altruismo, una magnanimidad y una rectitud a toda prueba, las acusaciones que lo han perseguido y muchos hemos reproducido en cuanto sospechas, a lo largo de su carrera, no pasarían de fabulaciones mezquinas originadas en la envidia y en la noción que se tiene de que en la riqueza hay contenida necesariamente alguna culpa.
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A todas estas, y dentro de lo que para el presidente Uribe parece ser una demostración fiel de su talante "frentero" y decidido, se ha llegado a una situación en la que el presidente de la República de Colombia reivindica la imagen del guerrero romántico con fusil al hombro y la oposición, de la cual hacen parte ex-integrantes de una guerrilla, reivindican el discurso democrático. A esta última reivindicación me siento en la obligación de rendirle homenaje.
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