si no tienes derecho a no saber, mucho menos tienes derecho a no pensar

El único lujo que no te puedes dar es no pensar. Lo pensado, comprendido, tarde o temprano sale a flote en alguna de tus intervenciones y se escapa veloz hacia quien necesita o estaba esperando escucharlo. Lo pensado, procesado, enriquecido por tu acción intelectual es útil para tus congéneres.

Por supuesto que con pensar no me refiero a "opinar", que al final tiende a reducirse a repetir inercialmente lo aceptado por la mayoría. No obstante, me gusta la burla que un viejo sabio algún día hizo en mi presencia de la imagen gastada, aislada y solemne del pensar y del pensador. El pensamiento como carga que te obliga a sostenerte las sienes con las dos manos. El pensador como ser no en-el-mundo.

No, simplemente el pensamiento como resistencia intelectual, filtro que se compromente a depurar de tontería, falsedad o superficialidad lo que le llega como dato, si se me permite, con cierta fuerza aplanadora, cierto ímpetu cándido, cierto momentum que te invita a hacerte a un lado y tragar entero. El no, seco, sereno, tiene la fuerza de detener y rechazar tales aplanadoras de opinión. (Un no contundente y pensado como el de Eve en V...)

Comentarios

Anónimo dijo…
Yo pienso mucho, pero casi nunca lo expreso quizas porque muy pocas veces encuentro el receptor apropiado para ello....pero cuando eso pasa se que mis palabras tendran fruto...

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