Espectáculo

Muchos se han quejado de la reducción de la política a elecciones y a las consideraciones de orden práctico que se hacen para asegurar victorias, pasando por encima de la coherencia de los discursos y realizando mimetismos no verosímiles. A fin de cuentas todavía en países como el nuestro el ganar elecciones sigue siendo en muchos casos un problema de supervivencia, no sé si por falta de plata o de creatividad-emprendimiento-vitalidad. Alrededor del estado y de los dineros públicos giran todavía demasiadas economías domésticas.

Hoy me quiero quejar de la reducción de las elecciones a mero espectáculo o entretenimiento. ¿Qué tal aquellos que votarán por Álvaro Uribe porque no les gusta perder o porque las encuestas dicen que va a ganar? ¿Qué tal ese nivel de estupidez? ¿Qué tal aquellos que, a pesar de leer en Mockus un discurso sólido no se les pasa por la cabeza la más remota posibilidad de votar por él porque tiene altas probabilidades de obtener una baja votación? Al parecer, la gente acude a las urnas con el deseo de que el resultado genere el mismo tipo de hinchazón temporal y vana del ego que genera comprar cualquier pendejada en un centro comercial. Una expansión de la corporeidad de su yo. La retribución lamentable del consumo. Por el contrario, me encanta que haya gente que haya decidido votar por Carlos Gaviria por la coherencia que en su trayectoria han mantenido sus argumentos y por lo que le han escuchado decir personalmente en entrevistas y debates, más allá de una estrategia publicitaria particular que, a fin de cuentas, tiene puesta su mirada en llamar la atención de una población objetivo.

Comentarios

Entradas populares