Crimen y castigo

¿Qué ocurre en la cabeza de los parias, los despreciados, aquellos que sufren la separación social, la fragmentación? ¿Que tipo de determinaciones son marco de quienes son objeto del rechazo? ¿Puede llegar una persona a desear alguna forma de castigo como vía de reivindicación, de manera independiente de los deseos de reparación de los ofendidos por ella? Si a los paramilitares y a los guerrilleros les interesa reivindicarse con una sociedad a la que han hecho conocer el horror, la vergüenza de especie y el dolor de patria, deberían entender que los actos de reparación, más allá de la figura de pago por perjuicios causados, es una condición de posibilidad de todo proceso de restauración y reincorporación a un cuerpo social. Sin reparación, sin verdad, no queda espacio para que se pueda dar la transición interna que experimentan las personas que cambian de estado de reconocimiento. Esto es al margen de la venganza, de la sangre o de las exigencias externas. Creo que es una necesidad de quienes desean reivindicarse. Sin castigo, o por lo menos compensación, no tendrían manera de representar la división interna y las determinaciones nocivas que se derivan de su separación de la sociedad. Lo clave de la reparación -acto material- está en ser símbolo, y precisamente por ello es crucial y tiene implicaciones definitivas en procesos de restauración de sociedades humanas.

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