Retornó el silencio

Siempre he defendido la necesidad de auto-dosificarme soledades periódicamente.

Pero, cuando viene de afuera, una dosis regular puede resultar insoportable, aplastante, como el mar borra costas sin darse cuenta y luego se repliega sin rencores, hermoso, hacia las profundidades del oscuro silencio que también hierve en la espuma.

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Por fortuna no tuve internet esta tarde. No de otra manera habría degustado esta inesperada y necesaria sobredosis de silencio de domingo de ramos.

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