Competencia
La competencia es productiva, estimulante. Quienes se dedican a estudiar al ser humano saben cuán problemático es el tema del otro. Yo interpreto ese problema como el de una inseguridad constitutiva de nuestra especie. Pero es solo una forma de ver una misma cosa, que alguien más podría entender de una manera muy diferente. En este sentido me causa risa la necesidad que algunos sienten de demostrar que no necesitan esforzarse para alcanzar metas o para vivir en general. Por ejemplo, hay muchos que se esfuerzan en dejar claro que no necesitan estudiar para obtener buenos resultados académicos, que no necesitan matarse para cumplir con los entregables institucionales. Por supuesto que en la vida hay que manejar balances y que si no los manejas, la vida te equilibra a la fuerza tarde o temprano, por algún principio de conservación; pero desde mi visión, la vida es así: tienes que darle algo a cambio de lo que quieres. La vida es una diosa que exige principalmente sacrificios. Y con sacrificios no me refiero a látigos, me refiero a una simple operación de intercambio que veo patente en muchos ámbitos. Si quieres hacer algo, tienes que empezar por ofrecer tu tiempo, y si aceptamos aquello de que no administramos tiempo sino que SOMOS tiempo, tal entrega adquiere una gran magnitud.
Le doy mi reconocimiento a los genios, a los poseedores de cerebros superiores, pero reconozco más a las consciencias superiores, aquellas personas que, situadas en el mundo e inmersas en su red de conexiones, logran comprenderlo no a partir de simplificaciones, sino aceptándolo tal cual se presenta. Nadie debería conformarse con autoafirmarse, ni con satisfacerse en la comparación con otros, quienes a su vez, generalmente han obtenido distintas ventajas en el comercio continuo de la vida; antes bien, es preferible el tener la mirada puesta en lo que se puede hacer, en la manera como enriquecer sin límites la humanidad de la historia personal. Esto es, agregarle complejidad, grados de libertad -si se me permite robar este término algo disciplinar-, multiplicidad de campos de racionalidad, sensibilidad e interpretación.
La superioridad, si es que existe, se demuestra, ahora sí, en esa serenidad que algunos tratan de forzar, mientras en realidad se tensionan por demostrar que no se necesitan tensionar.
Lector, tienes derecho a esforzarte y a no sentirte mal por ello. Si no necesitas esforzarte, tanto bien por tí -tampoco intento hacer una idealización proletaria ni algo parecido- pero, ya deja de preocuparte por los insumos y concéntrate en los proyectos, en crear realidad.
Le doy mi reconocimiento a los genios, a los poseedores de cerebros superiores, pero reconozco más a las consciencias superiores, aquellas personas que, situadas en el mundo e inmersas en su red de conexiones, logran comprenderlo no a partir de simplificaciones, sino aceptándolo tal cual se presenta. Nadie debería conformarse con autoafirmarse, ni con satisfacerse en la comparación con otros, quienes a su vez, generalmente han obtenido distintas ventajas en el comercio continuo de la vida; antes bien, es preferible el tener la mirada puesta en lo que se puede hacer, en la manera como enriquecer sin límites la humanidad de la historia personal. Esto es, agregarle complejidad, grados de libertad -si se me permite robar este término algo disciplinar-, multiplicidad de campos de racionalidad, sensibilidad e interpretación.
La superioridad, si es que existe, se demuestra, ahora sí, en esa serenidad que algunos tratan de forzar, mientras en realidad se tensionan por demostrar que no se necesitan tensionar.
Lector, tienes derecho a esforzarte y a no sentirte mal por ello. Si no necesitas esforzarte, tanto bien por tí -tampoco intento hacer una idealización proletaria ni algo parecido- pero, ya deja de preocuparte por los insumos y concéntrate en los proyectos, en crear realidad.
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