Límite de resistencia

De vez en cuando es formativo llegar al punto en el que se está lo suficientemente agotado físicamente para sentirse uno mismo una especie de pequeño héroe anónimo, que lleva a sus espaldas la gran responsabilidad de forjar metas poco a poco, pero lo suficientemente fuerte y mentalmente lúcido para poder seguir escuchando el cantar que todo lo llena de ese delicioso aroma a flores sonrientes y sensaciones acariciantes. Ese punto en el que francamente el cuerpo adolece de cansancio, pero lo que sea que le queramos oponer y como lo queramos llamar, aquello que surge de negar el concepto cuerpo, sigue más despierto que nunca y está lleno de fuerzas para hacer y deshacer, seguir incluso, reinventándose momento a momento en el lenguaje.

Comentarios

josevíctor dijo…
Es cierto que es necesario evitar reducir toda la realidad a un mero problema de lenguaje, pero también es cierto que, nombrar y decir el mundo es un hecho menos inofensivo de lo que se suele pensar. A veces un problema se resuelve solo con formularlo adecuadamente. A veces, nombrar una cosa, es descrubrirla para el espacio del conocimiento compartido y trasladarla desde los terrenos de la intuición individual, a niveles de consciencia más altos y colectivos. Es curioso cómo quienes tienen un léxico limitado, como los extranjeros que aún no han dominado un idioma, se ven casi inevitablemente reducidos al circunloquio; cómo no se les dificulta pensar lo que aún no han aprendido a decir. Es interesante observar cómo decir o escribir sobre experiencias es siempre una reinterpretación y una reconstrucción de "los hechos". Es importante que aprovechemos este espacio como una oportunidad para seguir redifiniéndonos en discuciones en las que el lenguaje sea visto, más que como simple herramienta, como un espacio de creación continua y confrontada.

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