La Sierra Nevada de Santa Marta, con todas sus letras

Esta es mi fuerza, nuestra fuerza, universal aunque confinada al hermoso microcosmos de la sierra. Con orgullo abro mis manos para mostrarte el palpitar verde de mi corazón.

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Extracto: La Sierra Nevada de Santa Marta
por Germán Santamaría

Lo enviaron a lo más profundo de la montaña para que escuchara los sonidos del bosque. Cuando regresó, al cabo de varias noches, contó que había oído los rugidos del jaguar y del puma. Lo devolvieron de nuevo a la profunda floresta para que escuchara mejor. De vuelta contó que había oído el croar de las ranas y el aleteo de las aves nocturnas. Tampoco fue suficiente. Hasta que por fin regresó y narró que había escuchado el rumor de las voces de las plantas y la caída de las gotas del rocío. De esta manera los antiguos monarcas preparaban a sus hijos para que gobernaran a sus pueblos, y sólo estaban preparados para ello cuando eran capaces de escuchar lo inaudible o ver lo imperceptible. De cierta manera, como en la antigua China-, así ha sucedido durante un tiempo, siglos o milenios, en la Sierra Nevada de Santa Marta. Es toda una infinita capacidad de conocimiento natural heredada de generación en generación, a tal punto que el Poder y el liderazgo lo tiene quien alcanza un mayor capital de sabiduría. Por ello en la actualidad el Mamo Kuncha es el líder más importante dentro de los casi sesenta mil indígenas que habitan en la Sierra Nevada de Santa Marta.

Es la fuerza serena que se expresa casi en silencio, sin gestos innecesarios. La mirada altiva pero sin arrogancia que proyecta un halo de autoridad. Las palabras exactas y las meditaciones profundas. Nada torvo, ni una voz ni una actitud.

Por fuera, una paz absoluta. Por dentro, en el alma, una tranquilidad oceánica. Y allí una inmensa capacidad de reconciliación.

Algo que va más allá del perdón cristiano: la indiferencia absoluta hacia los agresores. Son ellos, los victimarios, los que cargarán en esta vida con la culpa y sus hijos los que la heredarán hasta llegar la expiación necesaria.

Son los únicos auténticos hombres de paz de Colombia. Indiferentes ante todos los agentes del conflicto, así en esta guerra fratricida hayan caído cerca de 400 indígenas. Sin conocer el odio, tampoco se dejaron alinear por las fuerzas de violencia contra el Estado o la población civil. Practican la verdadera resistencia pacífica, como alguna vez la impuso el gran Mahatma Gandhi ante el poder colonial. Y a su alrededor, la naturaleza. La Sierra Nevada de Santa Marta. La montaña que se empina desde el mar y que se encumbra hasta los casi seis mil metros de altura. Los ríos que bajan a fundirse con el mar o a bañar los valles agrícolas. La Sierra Nevada de Santa Marta, la más hermosa creación de la naturaleza en Colombia. Hace cien años un capitán de barco, en viaje hacia los mares del sur, observó desde las calurosas aguas del Caribe aquella cumbre nevada que centelleaba arriba, como una masa polar que se levantaba en plenos vientres del trópico. El capitán se llamaba Joseph Conrad y era polaco y se convirtió en el más importante escritor en lengua inglesa en el último siglo. Entonces nunca olvidó aquella visión y la utilizó como telón de fondo para escribir su monumental obra Nostramo. Esa es la Sierra Nevada y esos son sus habitantes, que están amenazados. Salvarla es un deber de cada colombiano.

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