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Hay gente a la que le gusta ser envidiada; a mí, la verdad, no me gusta. Porque se pueden envidiar muchas cosas, pero es más difícil envidiar y conseguir las que a mí más me interesan, como la sensación de haber aportado algo importante, la satisfacción de haber sentido y expresado algo hermoso o la sonrisa después de haber enlazado un alma.
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