Para qué
Del porqué al para qué hay la misma distancia que separa al ayer del mañana.
¿Qué es más importante, el pasado o el futuro, la causa o la finalidad?
Hay quien dice que lo esencial responde a la pregunta ¿Para qué? La vida adulta consiste en pelear y colaborar con otros para esculpir proyectos que se condensen, de materia desde siempre deseada, pensada, a materia finalmente articulada.
Por más amor que le reservemos al pasado, lo pasado vale porque persiste, pero no hay un futuro coherente sin identidad, aprendizaje y memoria del pasado. Por tanto el ayer le puede prestar servicios al mañana, pero el mañana no le puede prestar servicios al ayer. Simplificando, por supuesto, dado que el pasado se dispera y escurre entre olvidos, silencios, cegueras y re-visiones.
Olvidando las esencias, persiste siempre el deseo de avanzar hacia el encuentro de retos nuevos con las herramientas que hayamos ido perfeccionando con el pasar del tiempo.
He obviado deliberadamente el presente porque es este el tiempo simple más escurridizo de los tres, y paradójicamente, el que nos resulta más familiar. Podemos partir una línea, de tiempo por ejemplo, en dos con facilidad, pero la naturaleza del instrumento mental que nos permite hacer semejante división sub/sobre/entendida se nos escapa debajo de las menores escalas hasta las cuales la persigamos. (¿Cuál es la alternativa a Descartes?).
¿Qué es más importante, el pasado o el futuro, la causa o la finalidad?
Hay quien dice que lo esencial responde a la pregunta ¿Para qué? La vida adulta consiste en pelear y colaborar con otros para esculpir proyectos que se condensen, de materia desde siempre deseada, pensada, a materia finalmente articulada.
Por más amor que le reservemos al pasado, lo pasado vale porque persiste, pero no hay un futuro coherente sin identidad, aprendizaje y memoria del pasado. Por tanto el ayer le puede prestar servicios al mañana, pero el mañana no le puede prestar servicios al ayer. Simplificando, por supuesto, dado que el pasado se dispera y escurre entre olvidos, silencios, cegueras y re-visiones.
Olvidando las esencias, persiste siempre el deseo de avanzar hacia el encuentro de retos nuevos con las herramientas que hayamos ido perfeccionando con el pasar del tiempo.
He obviado deliberadamente el presente porque es este el tiempo simple más escurridizo de los tres, y paradójicamente, el que nos resulta más familiar. Podemos partir una línea, de tiempo por ejemplo, en dos con facilidad, pero la naturaleza del instrumento mental que nos permite hacer semejante división sub/sobre/entendida se nos escapa debajo de las menores escalas hasta las cuales la persigamos. (¿Cuál es la alternativa a Descartes?).
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