Identidad

Las huellas digitales pueden borrarse, los rostros pueden cambiar de mil maneras por vía natural con el paso del tiempo y los hechos... hasta que las identidades se han terminado por buscar debajo de la piel, en las venas.

Se dice que los humanos tenemos una gran habilidad para diferenciar rostros, pero se me ocurre que quizás tal capacidad es la suficiente para asegurar la posibilidad de diferenciar los rostros que el azar puede construir a partir de la piscina genética de la especie y poner a vivir en una misma generación. De generación a generación es muchas veces la edad la encargada de aportar los rasgos que hacen diferenciables dos rostros genéticamente próximos. La especie se las ingenia de alguna manera para reciclar un recurso versátil pero quizás no infinito: la identidad visual.

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