premios y un acto

Premios. Inseguridad presente en la necesidad de recibir pruebas de la altura de tus propias obras.

Dedicarse a realizar acciones cuyo valor de belleza sea tal que se constituyan en monumentos enaltecedores de la especie, testimonios de la grandeza que se nutre de la muerte -no de la atrocidad. ¿Por qué será bueno hacer lo que harás? ¿Porque nos reproduce? Ese tipo de bondad es elemental, básica, necesaria y tiene asegurada su defensa. Es más, ese tipo de bondad ya ha sido institucionalizada muchas veces.

Ir un poco más lejos y poner la mirada en el tipo de bondad que obliga a nuestro instinto a evolucionar, el tipo de bondad que tiene la mirada puesta en sus determinaciones -y las lógicas que han reducido las irracionalidades a otros problemas de maximización-, de manera que actúa igualmente en bien de la especie, pero también de su dignidad.

Actos en contra de la dignidad de la especie como el culmen de la gravedad. La bajeza como máximo delito. La atrocidad como bajeza a la que no podemos igualarnos.

Actos buenos, aquellos que saltan por encima de la línea del tiempo por su propio tamaño creciente -no en plan de fuga sino de retorno e inspección panorámica de lo vivido- y ponen frente a ti, como interlocutora, a la totalidad que te agradece el permitirle llegar a las alturas que palpitan en ella desde siempre como posibilidad.

Actos en suma, cuyo deleite es su propia existencia y cuyo honor es su misma posibilidad.

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