Los que se quedan
A veces la gente habla como si las personas fueran desechables. La materia prima con la que son realizables los sueños y los deseos son todas las personas, incluso aquellas cuya voluntad no es paralela a la propia, aquellas que sin saberlo, sin quererlo siquiera, también terminan siendo instrumentos de un cierto avance -caprichoso, sinuoso y helicoidal- general que siempre permanece latente en la materia. No voy tan lejos como afirmar un valor infinito de la vida humana. Existen situaciones difíciles, encrucijadas posibles en las que el postulado del valor infinito de la vida humana se ve en apuros, por ejemplo, cuando alguien se ve en la obligación, incluso moral, de decidir entre una vida humana y otra.
La historia se teje con los que se quedan, pero todos nos quedamos, incluso después de muertos. Nuestra ausencia es ella misma una presencia, una influencia en la vida de quienes están. Una vida, incluso corta, es una historia, que solo finge ser olvidada, porque todo queda, solo que al margen de las palabras y dentro del pensamiento.
La historia se teje con los que se quedan, pero todos nos quedamos, incluso después de muertos. Nuestra ausencia es ella misma una presencia, una influencia en la vida de quienes están. Una vida, incluso corta, es una historia, que solo finge ser olvidada, porque todo queda, solo que al margen de las palabras y dentro del pensamiento.
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