Garavito

Tengo claro alrededor del tema de Garavito, difícil, espinoso -uno de esos temas en los cuales es imposible entrar sin salir lastimado-, que independientemente de la verdad, tengo la necesidad casi fisiológica de creer que el señor Garavito no es un ser humano sino un mounstruo, un ser disminuído, enfermo, al que quizás le falta un trozo de cerebro o por lo menos tal trozo tiene un daño profundo y explícito. Como soy tan fanático de las preguntas difíciles pienso ¿y qué pasa si no? ¿Si encontramos que hay muchos más sicópatas potenciales en el mundo de los que un pensamiento de lo anómalo nos puede llevar a imaginar? A fin de cuentas la complejidad del caso Garavito está en que se trata de un individuo que obtiene placer a partir del terror, el sufrimiento extremo, y la destrucción de otros seres humanos, además indefensos o por lo menos física y mentalmente más débiles. Habrá otros que obtendrán placer quitándoles la piel a los demás, mutilando cuerpos, escuchando gritos desesperados, torturando y finalmente matando. Apelo nuevamente a las supremamente célebres motosierras. Así las cosas no me queda tan fácil referirme al mounstruo recientemente convertido al cristianismo como a un caso aislado, insólito, no en Colombia, sino en todos los sitios y los tiempos en los que los humanos han impreso su huella.

Y helo ahí al señor Garavito siendo entrevistado por (el señor) Pirry (como se escriba), montando planes, urdiendo estrategias, razonando. Parece que el pedazo del cerebro con el que se estructuran planes no lo tiene dañado, tampoco el que le permite mantener la coherencia exterior que es necesaria para envolver a punta de mentiras. Da asco pensar que un tipo así tenga en común con uno mismo la capacidad de razonar. Al mismo tiempo no me embarga un sentimiento moral, porque sé que estoy respondiendo a los elementales instintos de supervivencia y de conservación de la especie. ¿A quién le gustaría que un hijo, familiar, conocido... menor de edad se puediese siquiera topar con Garavito? Ahí no valen conversiones, ni arrepentimientos, ni siquiera las ausentes lágrimas en Garavito. Es una cuestión de Aritmética. 200 muertes frente a una, que potencialmente seguirá siendo fuente de más muertes y más dolor, da como resultado (casi que por rodedondeo), prácticamente las mismas 200 muertes. La vida de Garavito ya no cuenta. Y sin embargo ahí estuvo Garavito, frente a Pirry, narrando fantasías, ahogándose en su propio error de cálculo, hablando como un imbécil más en este mundo. ¿Cómo alguien fuente de tanto sufrimiento, alguien que ha impactado de esa manera la historia y el imaginario colectivo de Colombia, puede tener o poner cara de tonto? Ni siquera es un enemigo digno.

Al tipo le tiene que faltar una tuerca, yo sé, abondonemos ya la incómoda hipótesis de la casi normalidad de la anomalía. ¡No es posible que pueda permanecer tan tranquilo mientras pide rebajas de penas y otras garantías! ¡No puede ser posible que se ufane de sus delitos! ¡pobre patria! ¡pobre especie demente! Fijemos ya la atención en temas menos espinosos, pero no le perdamos el rastro a este caso doloroso.

Comentarios

mambru dijo…
Estoy convencido de algo: uno puede decidir ser lo que le nazca ser. No todos podemos ser Einsteins o Bethovens, pero si podemos ser buenos, entusiastas, triunfadores... o monstruos degenerados. Es una pequeña línea que vamos dibujando en nuestro ser a medida que crecemos, que nos hacemos viejos, pero que se puede volver a dibujar de querer hacerlo. Así de delgada es la línea que separa el sentido común de la locura, la inteligencia de la estupidez, el bien del mal. Todos podemos ser buenos pero todos podemos ser malos, y éste Garavito está completamente convencido de que lo que hace está bien... eso es lo que lo convierte en el mostruo que es y lo que lo hace tan peligroso.

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