Colombia traviesa

Colombia eres hermosa, tienes mil retos descomunales por delante pero das muestras alentadoras de mejora. La calidez de la gente de Boyacá, la armonía de Barichara, la potencia de Santander, las inmensidades de la costa, el color de la vida de tus mares, el misticismo de las tierras altas de Antioquia, la hermosura robadora de aliento de tu zona cafetera y tus coordilleras formidables, no pueden presentarse ante los ojos del viajero sin despertarle veneración, bien en Ibagué o en Villavicencio, bien en las ciudades o en la selva.

Tu majestad nos exige a tus hijos altura, ingenio y generosidad. Nuestra labor consiste en demostrarnos dignos de ti, no afearte, ni contaminarte, no arrasar la vida que engendras sino trabajarte y cuidarte, prepararte para los ojos de caminantes que mañana vendrán a amarte, nuestros hijos y nuestros amigos cuando nos visiten. Si albergas pobreza es porque no hemos sido capaces de compartirte y aprovecharte con mayor éxito hasta hoy, no hemos sabido encontrar el justo bien común en todas partes todavía, no hemos terminado de vencer la cultura del narco ni la moneda del atropello.

Pero vamos por buen camino, tu belleza ancestral, indígena, blanca y negra, la triple encrucijada que te dio origen, una vez sea resuelta por nuestra historia, brillará poderosa en el norte de Sudamérica. El sentido de equilibrio de tus pueblos antiguos, la magia serpenteante de tus lagunas mitológicas, la alegría persistente de tus palenques, son garantía de que los hijos que engendraste y todos aquellos que adoptaste, somos capaces de resolver los grandes problemas que el devenir confió a nuestras manos.