Identidades de los prójimos
Cuando se dan relaciones antagónicas entre personas cercanas ocurre una situación particular.
Los rasgos de identidad de unos condicionan las decisiones de identidad de los demás alrededor.
Las personas construyen su identidad sobre los valores que mejor se ajusten a sus propias condiciones, esto es, como expresión del deseo de parecerse a quienes les susciten admiración.
No obstante, también toman decisiones de identidad por el interés de diferenciarse de aquellos con quienes compiten.
Al margen del tema en cuestión, o el referente de identidad en este caso, a la gente no siempre le parece buena idea ponerse de acuerdo, aunque lo esté.
Los integrantes de familias se suelen parecer bastante, y las diferencias pueden resultar mucho menores para ojos externos. No obstante, las diferencias entre familiares muy cercanos suelen recordarse y reforzarse con insistencia y es comprensible: todo ser humano necesita un espacio propio y alguna excusa para no dejarse absorver por el cuerpo social que le toque en suerte, llámese familia, barrio, colegio u oficina.
Nos relacionamos más fácilmente cuando podemos ocupar algún papel (identitario) que esté vacante en el momento de nuestra incorporación y sea concordante con nuestras necesidades, intereses, condiciones, discurso, pasado visible e identidad profunda.
Los rasgos de identidad de unos condicionan las decisiones de identidad de los demás alrededor.
Las personas construyen su identidad sobre los valores que mejor se ajusten a sus propias condiciones, esto es, como expresión del deseo de parecerse a quienes les susciten admiración.
No obstante, también toman decisiones de identidad por el interés de diferenciarse de aquellos con quienes compiten.
Al margen del tema en cuestión, o el referente de identidad en este caso, a la gente no siempre le parece buena idea ponerse de acuerdo, aunque lo esté.
Los integrantes de familias se suelen parecer bastante, y las diferencias pueden resultar mucho menores para ojos externos. No obstante, las diferencias entre familiares muy cercanos suelen recordarse y reforzarse con insistencia y es comprensible: todo ser humano necesita un espacio propio y alguna excusa para no dejarse absorver por el cuerpo social que le toque en suerte, llámese familia, barrio, colegio u oficina.
Nos relacionamos más fácilmente cuando podemos ocupar algún papel (identitario) que esté vacante en el momento de nuestra incorporación y sea concordante con nuestras necesidades, intereses, condiciones, discurso, pasado visible e identidad profunda.
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