Dios, Violencia
Es comprensible que en un país como Colombia haya mucha susceptibilidad frente a temas religiosos y estigmatizaciones respecto a la Violencia. No obstante, yo sí defiendo los matices y me parece necesario defender el derecho a tener posiciones moderadas, aunque eso te signifique ser catalogado como "agua tibia" por los radicales de todos los colores. Reivindico mi derecho a ser agua fresca y punto.
Yo también siento una gran gratitud frente a la iglesia católica y mi familia, en particular mi madre, no puede ser más creyente. No obstante, no es honesto que me venda como un católico de racamandanca porque me concedo el derecho a disentir. Más aún, si estuviese aspirando a un cargo público entendería como un deber hacer ver a todos los ciudadanos: ateos, agnósticos y escépticos como igualmente respetables, al margen de las convicciones personales que se puedan profesar en privado. Probablemente como complemento a lo que Mockus ha salido a decir respecto a su cercanía frente al catolicismo, hizo falta aclarar que respeta y será el presidente de todos los ciudadanos, adscritos o no a todas las corrientes filosóficas, metafísicas o religiosas tolerantes que puedan existir. Ahora bien, quien se haya tomado el trabajo de escuchar a Mockus sabrá que el hombre no tiene un ápice de intolerante o confesional en lo político: Afirmar que los dineros públicos deben ser tratados como sagrados es ya una afirmación secular. También estoy de acuerdo en que ignorar el peso de la herencia judeo-cristiana en Occidente en cada detalle, desde las narrativas populares hasta el origen del Estado, es sencillamente orinar fuera del tiesto. Por más ateo que quieras ser, ignorar lo arraigado de esa herencia dentro de lo que es ser colombiano, latinoamericano u occidental es simplemente sesgado.
Algún día deberá ser posible en Colombia atacar argumentos débiles o -aún bienintencionadamente- erróneos, sin que ello implique peligro a quienes los defienden. Yo sí considero que Colombia debe dar a fondo y con cifras el debate de si la causa de la guerra es la injusticia social, esto es: me parece un acto de higiene intelectual necesario, un debate en torno a si en el terreno lógico, de argumentos, la persistencia de una guerrilla como las FARC en el tiempo, se justificará ad infinitum mientras tengamos problemas sociales por resolver.
Yo también siento una gran gratitud frente a la iglesia católica y mi familia, en particular mi madre, no puede ser más creyente. No obstante, no es honesto que me venda como un católico de racamandanca porque me concedo el derecho a disentir. Más aún, si estuviese aspirando a un cargo público entendería como un deber hacer ver a todos los ciudadanos: ateos, agnósticos y escépticos como igualmente respetables, al margen de las convicciones personales que se puedan profesar en privado. Probablemente como complemento a lo que Mockus ha salido a decir respecto a su cercanía frente al catolicismo, hizo falta aclarar que respeta y será el presidente de todos los ciudadanos, adscritos o no a todas las corrientes filosóficas, metafísicas o religiosas tolerantes que puedan existir. Ahora bien, quien se haya tomado el trabajo de escuchar a Mockus sabrá que el hombre no tiene un ápice de intolerante o confesional en lo político: Afirmar que los dineros públicos deben ser tratados como sagrados es ya una afirmación secular. También estoy de acuerdo en que ignorar el peso de la herencia judeo-cristiana en Occidente en cada detalle, desde las narrativas populares hasta el origen del Estado, es sencillamente orinar fuera del tiesto. Por más ateo que quieras ser, ignorar lo arraigado de esa herencia dentro de lo que es ser colombiano, latinoamericano u occidental es simplemente sesgado.
Algún día deberá ser posible en Colombia atacar argumentos débiles o -aún bienintencionadamente- erróneos, sin que ello implique peligro a quienes los defienden. Yo sí considero que Colombia debe dar a fondo y con cifras el debate de si la causa de la guerra es la injusticia social, esto es: me parece un acto de higiene intelectual necesario, un debate en torno a si en el terreno lógico, de argumentos, la persistencia de una guerrilla como las FARC en el tiempo, se justificará ad infinitum mientras tengamos problemas sociales por resolver.
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