Recuerdo

Lo mejor de perderme era encontrarte, y al buscarte en sendas de verde y de noche, caer en trampas florecidas de música compartida en fogatas sembradas de amigos; lo mejor de esa atmósfera era invocar juntos la belleza y concurrir a una cita de azar y deseo, llegar casi desprevenido a sentarme a tu lado, dignísimo sitio enaltecido de pasto, para unir voces sin pudor, aproximar tonos y acariciar nuestras mentes de eufonía, iniciar una y otra vez ondas de vellos que a través de brazos y espaldas olearan contra cervices para replicarse detrás, dentro de rostros como inyecciones de satisfacción.

Lo mejor de toparte era sentirme tan bien recibido por tus ojos, y encontrarte sentada, como abstraída, pensada; que la espontaneidad nos saliera tan bien, tan evidente, tan contenida.

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