Camión cisterna de gasolina arde en Tasajera con saqueadores
Todos los muertos son nuestros muertos, todos los niños son nuestros niños. Siento toda el hambre, arde en mi piel la ignorancia de mi pueblo. Si tan sólo aprendiéramos a vivir y nos diéramos cuenta de que estamos mucho más cerca de ser felices de lo que creemos, como muriendo de sed junto a un manantial. Si no muriéramos de terquedad y ceguera, si previniéramos en estos tiempos tanta muerte evitable y nuestros activismos urgentes respiraran junto a las plantas. Quizás logremos anticipar mejor las siguientes tragedias leyendo la naturaleza como un libro que nos grita; quizás la paz de las aguas confía en el recuerdo de nuestras sabidurías antiguas. Que saciemos nuestra sed de justicia como un árbol viejo puede trasnsportarnos a su tiempo dorado. Que enraíce y dé fruto hoy como propósito, el designio de nuestras facultades.